Fito Páez, nostalgia y amor…
por: Rocío Alavez Zamorano
FOTOS CORTESIA LULU URDAPILLETA
#FitoRetro
Pocos minutos antes de las ocho de la noche, el público del Teatro Metrópolitan llamaba a Fito Páez con un canto futbolero: “Oeeee, oeeee, Fitooo, Fitooo!”. A la orden, la figura delgada del argentino apareció envuelta en un traje negro, corbata del mismo color y camisa blanca.
Sin preámbulos, tecleó en el negro piano -que haría de centro de atención hasta las diez de la noche- las primeras notas de “Cadáver Exquisito”. Luego siguió con “Yo te amo”, el aviso de que un concierto entrañable iniciaba.
Tal vez por eso dijo que las cosas buenas quedan bien, que treinta años después tocaba Giros en México, mientras el público de pie, le hacía segunda y aplaudió eso de “estoy en DF, mi ciudad”. “Sigue La rueda mágica”, y luego “11 y 6”.
Y entonces presentó a Fabiana Cantilo y contó públicamente que “sin ella, mi vida no hubiera sido la que es”. Y soltaron: “Quién dijo que todo está perdido // Yo vengo a ofrecer mi corazón…” y las palmas se oían simulando un tambor que avisa o anuncia un estallido.
Después “Gente sin swing”, “Hermanos”, “Tumbas de la gloria”. A esas alturas, los cuatro músicos que lo acompañaban hacían un equipo perfecto con el rosarino, que se veía bien a gusto interpretando los éxitos queridos de los fans que llenaron el recinto ayer sábado.
Y así es este músico, tiene perfecto desenvolvimiento entre el desenfreno del amor y la nostalgia del recuerdo. Un ejemplo fue “Muchacha” y el “jugarás con él, pero yo conozco tu alma”, momento en el cual un juego de luces azules creó un momento inolvidable.
Los músicos se quedaron solos por un momento. Fito Páez vuelve y canta “Bello abril”. Luego “Un Vestido y un Amor”. El público coreando todo, aplaudiendo y gozando con Te vi. Se fue, y volvió al sencillo escenario, él fue el escenario.
Presentó entonces a Lola Molina y cantaron ese gran éxito llamado “El amor después del amor”. Fito sabe bien que sí es posible recibir un nuevo rayo de sol. Llegó “Billante sobre el Mic”, y el Teatro Metropólitan se iluminó con las luces de los celulares.
Los ánimos ameritaron “Al lado del camino”. Y entonces vino un reclamo sutil, pero exacto “por todos los desaparecidos de este (México) país”: “Ciudad de pobres corazones”, “A rodar mi vida”, “Dar es dar”. Cerró con con “Mariposa Teknicolor”. “Gracias por llevarme en sus corazones por tanto tiempo”. Finalmente, se dio un tiempo para estrechar las manos de algunos fans. Ya sin gafas, sin copa en mano ni guitarra, sin las luces del show, se le vio sonriente, a gusto ofreciendo su música y dispuesto a ofrecer más. Gran noche, en la que igual disfrutaron adultos que niños dos horas de concierto.