Concierto de ensueño en el Coloso de Reforma…
por: Bernardo Ameneyro Esquivel | @nayoameneyro
#VenAquí
Luego de oftrecer un regreso apoteósico en el festival Vive Latino, hace un par de meses, la agrupación chilena Los Bunkers, conformada por Álvaro López, Mauricio Durán, Gonzalo López, Francisco Durán y Mauricio Basualto, se volvieron a superar, concretando una meta que tenían pendiente y más que merecida luego de la pausa o descanso que se tomaron del escenario.
Así, con una ciudad desquiciada por las bendiciones recibidas por el Dios Tlaloc, el pasado miércoles 7 de Junio se llevó a cabo la primera de dos fechas en el Auditorio Nacional para dar un repaso no sólo de su discografía sino de las influencias harto posicionadas en el gusto del público chilango que obvio pertenece al universo latinoamericano.
Así, con un aforo máximo, autorizado de personas que puede admitir el recinto de Paseo de la Reforma, el quinteto chileno saludó al público respetable con el rasgueo inconfundible de “Solsbury Hill”, de Peter Gabriel, para dar cuenta de las cualidades técnicas del recinto que lució gracias a la gran técnica musical de cada uno de los músicos, especialistas en su instrumento.
Así, los originarios de Concepción, Chile, cumplieron con el protocolo ceremonial, presnetándose: “Somos Los Bunkers de Chile y estamos de vuelta”; iniciando con un par de temas clásicos: “Miéntele” y “Te Vistes Y Te Vas”, mismos que fueron bien recibidos por el público respetable que decidió abandonar de manera definitiva la comodidad de su asiento para ponerse a bailar.
Para formalizar el carrusel emocional del canto libertario de la música Latinoamericana, continuaron con el tema “Quién Fuera”, del maestro Silvio Rodríguez, coreada de manera notoria por el respetable.
Descarga de adrenalina con “Una Nube Cuelga Sobre Mí”, y “Bajo Los Árboles”, dejando claro las cualidades ponchadas de un rock harto vigente y emocionante; de acuerdo con el carrusel y sube y baja de emociones, continuaron con algo de melodía más suave: “Ángel Para Un Final”.
De nuevo por el camino ponchado, le siguieron: “Deudas”, “Nada Es Igual” y “Ahora Que No Estás” y “La Velocidad De La Luz”, pusieron las emociones al flor de piel que en muchos momentos se nos puso chinita; la comunión era absoluta, ya fuera con palmas, guiños, gritos o baile, los chilenos tenían total y completamente en la bolsa al público chilango.
Continuaron con “Deudas”, “Nada Es Igual”, “Ahora Que No Estás” y “La Velocidad De La Luz”; de manera muy atinada, ofrecieron un homenaje acústico a la canción popular de nuestro continente: “Pequeña Serenata Diurna”, de Silvio Rodríguez; “Calles De Talcahuano”, tema de recién manufactura, que se nota, consideró el visto bueno de las madres de los muchachos, quienes seguro asistieron pues presumieron contar con la compañía de sus familias en la presentación de anoche; con charango y bombo, continuaron con “La Exiliada Del Sur”, tributo a la inmortal, Violeta Parra, y por último para esta etapa desenchufada del concierto, ofrecieron una grandiosa versión de “Si Estás Pensando Mal De Mí”.
De nuevo con el sonido vertiginoso rockero de la banda chilena, presentaron “Rey”, tema de reciente manufactura, seguida de “Fantasías Animadas De Ayer Y Hoy”. Momentazo el vivido con el tema “Y Volveré”, homenaje a la agrupación de música romántica, Los Ángeles Negros, donde el público respetable iluminó el venue con las lucecitas de sus teléfonos celulares.
Continuaron con “Nada Nuevo Bajo El Sol”, “No Me Hables De Sufrir” y “Bailando Solo”, sin duda uno de los mejores momentos del concierto, convirtiendo el Coloso de Reforma en una discoteca, una gran pista de baile compartida por 10,000 almas que bailaron mientras dos bolas discos giraban a ritmos harto divertidos y ochenteros.
Y llegó el momento cumbre del recital: “Ven Aquí”, “Canción Para Mañana”, “El Necio”, cover de Silvio Rodríguez, y “Llueve Sobre La Ciudad” , sin duda el momento catártico de la noche donde el público cimbró con sus emociones el Auditorio Nacional para terminar una gran presentación con nuestro tema favorito: “Miño”, donde el bajo de Gonzalo nos emocionó hasta el tuétano.